Tuesday, June 22, 2010

'o mexicano"


Esta es mi ultima noche en "Sete Lagoas" que fue la ciudad en la que vivi este año de intercambio.
Tal vez no fue mi ciudad perfecta, hubo varias veces que deseaba haber vivido en otra ciudad, pero le llegue a tomar cariño, aqui tengo muchos buenos recuerdos y varios buenos amigos que fui conociendo.
Extrañare muchas cosas de aqui como caminar la mayoria de los dias hasta el centro, comer churrasco con Jirapat, salir a patinar con mi hermano, comer "pastel" antes de la escuela, a la salidad de la escuela cuando me ponia a platicar con unos amigos, y muchas otras pequeñas cosas que tal vez no eran muy importantes pero eran de esas pequeñas cosas que te hacen la vida mucho mejor, hay que disfrutarlas porque si nos quedamos esperando por solo "grandes" alegrias, seremos mas tristes que felices.
Y asi me marcho dejando una historia mas en esta ciudad, tal vez, luego de un tiempo de cuando en cuando se escuche alguna historia sobre "el mexicano" que vivio en Sete Lagoas por un año.

Aqui voy a dejar un pedazo del libro "El Profeta" de Khalil Gibran, que es el libro que ando leyendo ahora, cuando lei esa parte me llego mucho, se me hiso perfecta para mi situacion:

" Pero mientras bajaba la colina, le invadió la melancolía, y pensó allá en el fondo de su corazón:
«¿Cabe partir en paz y sin tristeza? Imposible, no es concebible
abandonar esta ciudad sin que mi alma quede desgarrada.
Infinitos son los días transcurridos entre sus murallas,
y eternas las noches de soledad; y ¿quién es el mortal capaz de
separarse de su dolor y soledad sin sentir entristecida el alma?
Son innumerables las partículas de espíritu diseminadas por estas calles,
e innumerables los hijos de mi afecto que deambulan desnudos
por entre estas colinas, ¿cómo, pues, alejarme de ellos sin experimentar
la opresión del dolor! No es una simple prenda de vestir de lo
que me privo en este día, sino la propia piel que desgarro con mis manos.
No es tan solo un pensamiento lo que queda trás de mí, sino todo
un corazón dulcificado por el hambre y la sed. Mas no puedo postergar
por más tiempo mi partida.
La mar, que requiere para sí todas las cosas, me reclama, y debo zarpar.
Pues quedarse, aunque las horas ardan en la noche, es congelarse,
cristalizarse y quedar confinado en un molde. Nada me sería más
placentero que llevar conmigo todo cuanto hay aquí, más ¿cómo hacerlo?
Una voz no puede cargar la lengua y los labios que le dieron alas.
Debe ir sola en busca del éter. Y solitaria y sin nido volará
el águila de cara al sol.» "

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